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Robots blandos autorreparables

Los robots de fluidos blandos tienen una estructura maleable y deformable. A diferencia de sus homólogos rígidos, los robots de fluidos blandos pueden desplazarse por entornos complejos con mayor facilidad y precisión gracias a su capacidad inherente para deformarse y encajarse en espacios reducidos.

Sin embargo, la adopción generalizada de los robots blandos se ve obstaculizada por una serie de retos. Uno de los principales es la dependencia de bombas de fluidos externas, lo que limita su movilidad y rango de funcionamiento y, por tanto, sus aplicaciones.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Zhejiang (China) se ha propuesto subsanar las deficiencias de los robots líquidos. Decidieron hacerlos más adecuados para aplicaciones del mundo real. Como resultado, consiguieron crear un robot con mecanismos incorporados y capacidad de autorreparación.

La superficie exterior del robot está recubierta de una piel electrónica que controla los cambios en la resistencia eléctrica. Cuando se produce un daño, un microcontrolador a bordo transmite los datos para desencadenar el proceso de curación bombeando automáticamente un electrofluido (acetato de linalilo, que llena el núcleo del robot) en la zona de la herida y liberando a continuación metiltriacetoxisilicona y dilaurato de dibutilestaño (un catalizador altamente reactivo). Al hacerlo, el electrofluido se solidifica rápidamente y restaura la integridad estructural del robot. El proceso de curación dura sólo 10 segundos y el material restaurado es capaz de estirarse hasta más del 1200% de su tamaño original.